miércoles, 12 de abril de 2017

Clave del éxito empresarial: La eficiencia






Por Raúl Gorrín.- El éxito empresarial es una aspiración legítima de todo emprendedor, pero ello depende de tomar las decisiones adecuadas en el momento preciso. Eso sí, no cualquier decisión, sino aquellas cargadas de un componente indispensable: la eficiencia.

La eficiencia es la capacidad para realizar o cumplir adecuadamente una función.

Es decir, estamos hablando de que el empresario debe hacer lo que tiene que hacer y, de paso, debe hacerlo bien para poder ser considerado como exitoso.

Cuando la eficiencia es la norma, las decisiones empresariales apuntan al aprendizaje dentro del seno de la organización, están dirigidas al crecimiento y al desarrollo de la empresa y la gente que la constituye.

De hecho, las organizaciones que fomentan el aprendizaje de las personas y las desarrolla, se convierten en ejemplo y un objetivo a alcanzar. Son empresas atractivas en las que todo profesional desea participar y trabajar, pues sabe que allí rigen pautas que contribuirán a su crecimiento y desarrollo.

Las empresas que otorgan facilidades a sus empleados para estudiar y capacitarse, al tiempo que reconocen el desempeño de estos, son las organizaciones en las que las principales motivaciones de todo trabajador se cumplen, tales como sentirse satisfecho, alcanzar su objetivo y metas profesionales y personales y aprender cosas nuevas.

Del mismo modo están empresas se ven altamente beneficiadas, toda vez que logran altos niveles de innovación y sus procesos y productos mejoran constantemente gracias a la colaboración y disposición de sus trabajadores.

Esto es vital, pues las empresas innovadoras son las que se imponen en los mercados pues sus productos y/o servicios se transforman constantemente en beneficio de sus clientes consumidores.
Llegar a esto no es fácil, pues se requiere de mucho ensayo y error y mucha actitud empresarial ante estos, pues no se juzga ni se castiga a quien se equivoca.

Este es el modelo humanista en el que hay experimentación, se producen errores, pero también muchos aciertos. En ellas los trabajadores pueden hacer propuestas, algo que se convierte en una ventaja competitiva. 

Y es que el factor humano es el diferenciador entre una organización y otra, no los productos ni servicios que ofrecen. Son las personas las que con su conocimiento y el conjunto de herramientas  de tecnología e información que las organizaciones ponen a su disposición, son capaces de crear productos y servicios que marquen la diferencia.

Desconocer la visión humanista es tener por seguro la salida del mercado tarde o temprano.
Y el modelo humanista es el que, sin duda alguna, propicia la eficiencia que lleva a las organizaciones al éxito.


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