(Raúl Gorrín) Las barreras al cambio son
en ocasiones extremadamente altas. La zona de confort lleva a las personas y
organizaciones a mantenerse anclados en sus rutinas. Poco están dispuestos a
dejar de hacer las cosas de la manera en que lo han hecho durante mucho
tiempo.
El cambio
implica un riesgo que no todos quieren afrontar.
Tiene que
ver con abandonar lo conocido y lanzarse al ruedo a enfrentar nuevas
realidades. Incluso, el cambio puede implicar, en ocasiones, desaprender para
luego aprender nuevas maneras de hacer y conducirse.
No cambiar
significa quedarse atrás, pues se quiera o no, el cambio es constante en todos
los ámbitos de la vida. Al ser humano sólo le resta sumarse a esta dinámica y
echar para adelante.
El cambio
es, por tanto, una necesidad del ser humano, pero también de la sociedad y de
todo lo que ella implica, incluidas, por supuesto las empresas y
emprendimientos.
Por tanto,
quienes están al frente de las organizaciones deben estar alertas y dispuestos
a adaptarse a los nuevos tiempos, a las nuevas demandas, a las nuevas maneras
de abordar los problemas, a las nuevas formas de producir, a las nuevas
visiones. Es cuestión de supervivencia.
Es
indispensable que las organizaciones, los empresarios y emprendedores, asuman
que existe un nuevo liderazgo con características nuevas, distintas, creativas.
Estamos en presencia de nuevos esquemas de captación y selección del talento y
hasta una nueva forma de percibir el negocio.
Sólo
entendiendo la naturaleza de dichos cambios y del papel que a cada parte del
engranaje le toca jugar, se podrá avanzar e instrumentar de manera adecuada los
constantes procesos de cambio. (Raúl
Gorrín)
Hay
estudios científicos que plantean cómo abordar la resistencia al cambio.
El cambio
requiere de información, de gente bien informada, que conozca qué es lo que
está pasando y hacia dónde se dirigen las nuevas organizaciones. Esto permite
el dominio y el control de la situación.
Luego es
necesaria la formación, la preparación, el entrenamiento sobre las nuevas
competencias que hay que asumir. No puede haber cambio si las personas no se
capacitan sobre los procesos y dinámicas que nos llegan. Sólo así se podrá ser
eficiente y eficaz en el nuevo empleo.
Es
menester accionar correctamente para facilitar el proceso de cambio. Hay que
establecer objetivos, estrategias, métodos, metas. Hay que medir la gestión
individual y colectiva y cómo se adaptan a las nuevas realidades. Hay que
promover esquemas de acompañamiento y coaching, se deben reconocer los
esfuerzos, las acciones, para alcanzar las nuevas metas y objetivos.
Finalmente
y no por ello menos importante, hay que garantizar una buena comunicación. Sin
ella no será posible el avance, juntos hay que remar en la misma dirección. (Raúl Gorrín)
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