Por Raúl Gorrín. Muchos de los lectores nos
informan que están desempleados y que no consiguen empleo en las ramas
tradicionales. Un informe de la Organización Mundial del Trabajo señala que el
desempleo es uno de los grandes problemas mundiales y una resultado negativo de
la globalización. Todos los países occidentales luchan por combatirlo y en ello
idean todo tipo de fórmulas que propicien la formación de nuevos puestos de
trabajo.
Pero el
desempleo afecta al hombre no solamente en el aspecto económico, sino también
en el psicosocial. Tal es el grado de afectación de este flagelo, que la Organización Mundial de la Salud, OMS,
se ha pronunciado sobre los efectos perniciosos que el desempleo tiene a
mediano y largo plazo.
Con el
trabajo el ser humano satisface sus necesidades gracias a la retribución
económica que recibe, pero también desarrolla sus potencialidades y
habilidades, a la vez que fomenta la adquisición y aprendizaje de nuevos
conocimientos y nuevas habilidades.
El hombre
mediante el trabajo siente que contribuye al desarrollo, proporciona estatus
social, identidad, reconocimiento, favorece las relaciones interpersonales, en
fin, fortalece múltiples aspectos de la vida.
Quien está
desempleado, siente un gran vacío, experimenta desorientación, desorganización
e intranquilidad. El desempleo genera más desempleo, puesto que quien se
encuentra en paro asume responsabilidades domésticas que anteriormente estaban
en manos de otras personas. Es decir, el desempleado no para de trabajar, pero
sí de percibir recompensa o retribución económica.
Pero
quizás el trabajo más grande que enfrenta alguien que no tiene trabajo es
buscar un nuevo trabajo. Todo un trabalenguas que describe una angustiante y
agotadora labor. (Raúl Gorrín)
La
psicología social se ha encargado de estudiar los factores que promueven el
desempleo, pero también los que facilitan encontrar un nuevo empleo.
Entre
estos últimos destaca la autoeficacia, la cual está referida a cómo la persona
desempleada se percibe a sí misma y a sus capacidades.
La
autoeficacia afecta a lo que hacemos, pensamos y sentimos a través de la
“elección de conductas”, pues se evaden las actividades para las cuales la
persona siente que no está capacitada y se enfoca en aquellas para las cuales
se considera efectivamente hábil.
Quienes se
sienten más autoeficaces en varias áreas se procuran empleo en diversos campos,
lo que les ofrece mayores posibilidades de éxito. (Raúl Gorrín)
También la
autoeficacia impone la cantidad de esfuerzo que se dedica a vencer los
obstáculos que impiden la obtención de un nuevo empleo. Es decir, la
autoeficacia determina el nivel de persistencia. Quienes son más autoeficaces
son igualmente más persistentes en la búsqueda de empleo.
Del mismo
modo, aquellos que se consideran poco eficaces magnifican sus deficiencias y
las dificultades que enfrentan en la procura de un nuevo empleo.
Por tanto,
a la hora de buscar empleo es igualmente importante la formación profesional
que se tenga, como el desarrollo de niveles óptimos de autoeficacia.
Una tarea
ardua, pues, esta de desarrollar el trabajo de buscar empleo. (Raúl Gorrín)
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