Por Raúl Gorrín. Ser empresario no es tarea fácil. Todo lo contrario, es extremadamente difícil mantenerse a flote en el mundo empresarial. Para tener éxito, hay que hacer frente a los retos que aparecen constantemente en el camino, y aprender a surfear en la ola del mercado. A continuación, comparto con ustedes una serie de consejos elaborados por el experto Javier Fernández Aguado en su libro:1010 consejos para emprendedores. Léelos y síguelos, hay mucho que puedes ganar.
1 1- Equivocarse en una decisión no supone
el fin de nada. Habitualmente ayuda a pisar tierra, facilita considerar que
hemos de esforzarnos para gestionar el conocimiento de quienes nos han
precedido, para evitar caer en los mismos errores. Considerarse perfecto es una
significativa imperfección.
2- Las realidades
que se presentan como fáciles acaban por complicarse. El negocio que uno piensa
que no fallará suele hacerlo. Nadie se sitúa delante de un volante pensando que
ese día va a matarse en un accidente. Nadie pone en marcha una empresa
considerando que va a perder el tiempo y dinero en la aventura. El optimismo no
debe ser ciego. Es imprescindible el rigor.
3- Las
dificultades en el primer negocio resultan habitualmente más útiles para la
propia formación y para el desarrollo profesional que el hecho de que las cosas
marchen como se había planeado. Entre otros motivos, porque ante los obstáculos
aprendemos a conocernos a nosotros mismos, y además se aprende quiénes son
realmente amigos y quienes unos aprovechados.
4- Bastantes emprendedores piensan al principio que se van a comer el mundo. Pasado un tiempo, algunos sólo abarcan medio planeta. Un poco más tarde, no se comen una rosca. Al final, unos pocos sienten cómo la realidad –los acreedores- parece que desea engullírseles a ellos.
5- Las
decisiones han de ser adoptadas sin tener todos los datos encima de la mesa.
Cada vez más, en una sociedad en la que cada uno puede acceder a más
información con la lectura de un periódico que un antepasado en toda su
existencia, aprender a gestionar sin esperar a acumular los matices es una
condición para las sociedades que se pongan en
marcha.
7-
Financiar los negocios con dinero de amigos es más peligroso que hacerlos con fondos
de una entidad financiera. La pérdida de un verdadero amigo no se compensa con
nada.
8- Mucho
mejor que empezar un negocio con fondos ajenos es arrancar con propios.
Numerosas son las razones para este comportamiento. Entre otras, que nada se
aprecia tanto como lo que uno ha logrado con el sudor de su frente, o que
ahorrar habrá supuesto adquirir algo que vale más que el dinero: experiencia.
Conocer por dentro una empresa –preferiblemente del sector- vale tanto que
resulta oportuno desaconsejar a un emprendedor que se lance a una aventura sin
antes pasar un período en las máquinas del negocio de otro.
9- Salvo
excepciones, si un empresario solicita créditos para gastos corrientes, pronto
dejará de ser empresario para incorporarse a la larga lista de perseguidos por
la justicia.
10- Acudir
a sociedades de capital-riesgo privadas tiene mucho de riesgo porque a la hora
de la verdad –salvo que se firmen las cláusulas adecuadas- se correrá el riesgo
de que venda su participación a quienes no están excesivamente interesadas en
el desarrollo de la empresa.
11- La
contabilidad llevada día a día no implica excesivos problemas. La que se deja
abandonada acaba siendo fuente de grandísima pérdida de tiempo.
12- La
elección de socios debe pasar –igual que el matrimonio- por un noviazgo. No
debe convertirse en socio el primero que lo pretenda, ni debe el emprendedor
apresurarse por la necesidad económica. Hay que conocer bien a quién se deja
entrar en la propia casa.
13- Si uno
tiene la idea de negocio, la diseña, la organiza y luego busca compañeros de
camino, éstos deberán abonar (no de forma abusiva, pero sí razonablemente) una
prima que justifique la labor realizada por el empresario.
14- Los
socios han de ser complementarios. Si uno es especialista en producción, deberá
buscar a alguien que lo sea en ventas. Mala cosa sería que hubiera varios que
se consideraran expertos en la misma área de la empresa. Eso produciría
quebraderos de cabeza.
15- En el
mundo de las PYMES pululan miles de aventureros, gente con iniciativa, personas
con deseos de embarcarse en cosas grandes, pero también un numeroso grupo de
sinvergüenzas. Distinguir unos de otros resulta esencial.
16- Cada
día que pasa sin haber disfrutado de los hijos es una jornada que ya no vuelve.
Ése es un buen motivo para limitar la dedicación al trabajo. Reducir la
permanencia en la empresa se hará más llevadero sabiendo que en casa esperan
esos locos pequeñitos que nada entienden del esfuerzo paterno, pero que con un
solo brazo enternecen al más duro de los negociantes.
17- En la
empresa se corre el riesgo de que sobre el propio tiempo decidan otros. No solo
los superiores, sino también los subordinados, o los clientes, o los
proveedores, o los auditores. El empresario ha de tener voluntad para imponer
los ritmos. No se puede hacer todo a la vez: hay que establecer un orden.
18- Los
asuntos no han de ser abordados en el orden en que aparecen encima de la mesa.
En particular si son cuestiones estratégicas no deben ser resueltas a
vuelapluma. Si así se actúa, es probable que se tome la decisión equivocada.
19- Es un
sinsentido aplazar las decisiones hasta el último momento. Probablemente no
habrá que comunicarlas hasta una fecha determinada, pero eso no implica
improvisar.
20- Los
directivos se preocupan por una cuenta de resultados negativa, pero prestan
escasa atención al tiempo perdido. Olvidan que las cuentas de explotación son
una respuesta a la gestión de cada minuto de cada persona que trabaja en la
empresa.
21- Nunca
las empresas cubren etapas como se especificó en el plan de viabilidad de un
emprendedor. Casi siempre van por debajo de las expectativas. Algunas veces
irán por encima, será el momento de celebrarlo, pero también de tener la mosca
detrás de la oreja, porque si se elaboró con la suficiente atención hay
factores exógenos que están modificando la situación normal.
22- El
primer plan de viabilidad que uno ve o que uno elabora no es el plan. Es
divertido (y en ocasiones patético) ver a jóvenes emprendedores convencidos de
que la oportunidad que tienen por delante es la oportunidad, y que dejarla
pasar sería tanto como tirar su vida por la ventana. Ese tipo de inmadurez se
supera cuando se tiene la posibilidad de ojear unas cuantas docenas de planes
de viabilidad, de los que han triunfado y de los que han fracasado.
23- Nunca
hay que hacer de menos a la competencia. Actuar así indica ingenuidad o un
orgullo que sorprenderá a cualquier lector un poco objetivo. Si tan inútiles
fueran, no habrían entrado en el mercado, o no permanecerían en él.
24- En
cuanto a la selección del personal que acompañará al emprendedor en su
aventura, hay que saber que la gente promete al principio más de lo que en
realidad está en condiciones de dar. Salvo raras excepciones, muchos afirmarán
conocer o ser capaces de realizar más de lo que en realidad saben o pueden.
25- No hay
que confiar en las personas que intentan ganarse la buena voluntad del
seleccionador contando datos confidenciales de la organización precedente.
Quién así se comporta hará probablemente lo mismo en el momento en que abandone
la organización en la que ahora pretende ser contratado.
26- Hay
que seleccionar profesionales mejores que uno mismo, para subir el nivel. Esto
exige humildad –saber que hay gente que tiene mejor preparación que el
emprendedor.
27- No
conviene elegir a gente con cualificaciones superiores a las del puesto. Cuando
se hace, sucede que la persona –aunque al principio lo agradezca-, con el paso
del tiempo –a veces pocas semanas o meses- se siente minusvalorada. Adoptará
entonces una postura negativa, o cínica, e intentara mejorar su situación,
criticando primero la organización y poniendo luego los medios para cambiar de
barco.
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