Por Raùl Gorrìn.- En esta entrega queremos ayudarle a usted
que ocupa una posición gerencial o de dirección o una simple jefatura que le
ubica un conjunto de personas bajo su mando, a que se mantenga al pendiente de
ciertos hábitos que pueden ser indicativos de que se está comportando como un
mal jefe.
Es preciso identificar estas conductas para poder corregir a
tiempo y así transformarse en un líder efectivo.
Y, ojo, las mismas cualidades que lo convierten en una gran
emprendedor pudieran estarle afectando en su relación con su personal.
No pretenda controlarlo todo. Sí, por supuesto que sabemos
que “el ojo del amo es el que engorda el ganado”, como reza el refrán, pero eso
no quiere decir que todo, absolutamente todo tiene que hacerlo usted o tiene
que hacerse como lo hace usted.
Para que su empresa o emprendimiento crezca, es preciso que
aprenda a delegar y a tener confianza en sus empleados.
Delegar le brindará tiempo para ocuparse de asuntos
verdaderamente importantes como planear el crecimiento de su empresa.
Sus decisiones y puntos de vista cambian permanentemente y
emite señales diferentes cada 15 minutos a sus empleados. Les dice una cosa
ahora y al cabo de un rato emite una contraorden en otra dirección.
El hecho de que usted como buen emprendedor tenga ideas a
cada instante, no quiere decir que estas se vayan a implementar conforme salgan
de su cabeza.
Nadie toma en serio a alguien que por la mañana da a conocer
un plan y al poco tiempo gira por completo y dicta nuevos lineamientos. Cuando
esto se vuelve rutina, sus empleados le pierden respeto y comienzan a
considerarlo como alguien carente de seriedad.
Por tanto, tómese su tiempo, madure sus ideas, seleccione
las mejores y solamente cuando haya estructurado un plan coherente, póngalo en
funcionamiento.
Si su negocio es lo más importante para usted, tenga en
cuenta que para el resto de las personas de su organización no lo es. Puede ser
importante para ellos, pero seguramente no ocupe el centro de sus vidas. Por
ello, no pretenda invadir su privacidad ni que lo atiendan a horas
inconvenientes. Sea prudente. Respete el tiempo de descanso de sus
trabajadores.
Deténgase a escuchar lo que los otros tienen que decir. No
pretenda hacer que su voz sea la única que se imponga. Permítase conocer las
ideas de los demás, tal vez sus trabajadores tienen grandes aportes que hacer y
usted, con su actitud, no se los permite.
El hecho de que usted sea racional en los gastos de la
organización no debe confundirse con tacañería. En los emprendimientos, es
cierto, hay que cuidar cada centavo, pero no exagere. Debe aprender a poner el
dinero junto a sus objetivos y metas. Invierta en aquello que propicie el
desarrollo de su organización, bien sea en tecnología, mercadeo o en sus
empleados.
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