Por Raúl Gorrín.- El más grande activo empresarial es su
talento, sus trabajadores. A ellos deben cuidados especiales con el firme
objetivo de hacerlos felices a sabiendas de que un empleado feliz es más
productivo.
Muchas empresas están conscientes de esto e invierten muchos
recursos en la preparación y formación de su personal, por lo que uno de sus
mayores temores es perder estos trabajadores en los que tanto han invertido.
Una de las acciones más temidas es que estas personas
renuncien y se vayan con la competencia, lo cual se conoce como robo de
talento.
Lamentablemente existen organizaciones en todo el mundo
dedicadas a esta práctica de robo de talento. Andan a la caza de personal bien
formado, inteligente, proactivo, creativo e innovador y con mucha experiencia
profesional.
Para esto contratan cazadores de talentos que, palabras más
palabras menos, son meras agencias de reclutamiento de personal.
En realidad no es una actividad ilegítima, pues estas
agencias o quien haga sus veces, simplemente indagan en las empresas si hay
personal que encaje con los requerimientos que le ha planteado su cliente.
Ahora bien, ¿qué pueden hacer las empresas y emprendimientos
para evitar ser despojadas de su talento?
Pues corresponde a la dirección de recursos humanos estar
ojo avizor con estos hechos.
Pero al mismo tiempo, le corresponde mantener una activa
política de incentivos laborales destinada a mantener contentos, felices, a sus
trabajadores para impedir que huyan en pos de una mejor oferta de trabajo.
Quien tiene todo en casa no tiene nada que buscar en la calle, reza el refrán.
Las organizaciones deben y tienen que tener una aguerrida política
de retención de personal, sueldos y salarios competitivos, formación de líderes
empresariales, estrategia de promoción, planes de crecimiento, entre otros
incentivos laborales.
Para evitar el robo de talento, las empresas y
emprendimientos, deben organizar y planificar estrategias de fidelización de
sus empleados.
La comunicación es vital en toda organización. Los empleados
tienen que sentir la suficiente confianza para exponer estas situaciones ante
la empresa.
Y no es cuestión únicamente de tener buenos salarios —lo
cual obviamente es importante— sino de que el ambiente laboral sea agradable,
grato, y que los trabajadores se sientan como en su hogar.
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