Por Raúl Gorrín.- La forma de llamarlo ahora tal vez haga
creer que es una figura de reciente invención, pero no, el coach o entrenador siempre ha estado presente en todas las
sociedades, desde siempre, desde que los más experimentados transfieren su
experiencia y saberes a los que se inician en el mundo del conocimiento.
Filósofos como Sócrates, bien que podrían ser calificados como
coach cuando transmitían a sus
discípulos parte de su sabiduría. Dado el éxito que la figura del entrenador
tiene en el ámbito deportivo, en los últimos tiempos se trasladado esa figura a
otras áreas como la empresarial.
Se los suele confundir con psicólogos que han renunciado a
su consulta para dedicarse a la formación de otras personas, pero hay una gran
diferencia entre ambas figuras.
El coach o
entrenador es básicamente un motivador que busca sacar de las personas lo mejor
de cada cual con miras al crecimiento y perfeccionamiento del ser, tanto en el
plano personal como profesional.
A diferencia de esto, el psicólogo es el profesional
encargado del estudio de las emociones y de tratar la salud afectiva y mental
de las personas. Como puede verse, existe una diferencia abismal entre uno y
otro. Tal vez el punto en común se encuentre en que ambos se interesan en
apuntalar la autoestima y motivar a los otros.
La labor del coach es
observar, hurgar entre los entrenados, cuestionarlos, verificar su estado de
ánimo y ver cómo este influye en su comportamiento. Hay que apuntar que las
respuestas deben surgir de la propia persona en entrenamiento. No es labor del coach el diagnosticar, sino llevar a las
personas a su autoconocimiento. Es, en pocas palabras, un proceso dialéctico.
El coach o
entrenador solamente guiará a las personas y les mostrará las alternativas que
tienen adelante.
También tienen como función el ayudar a que las personas
definan sus metas personales y profesionales facilitándole pistas para que lo
logren.
Trabajan en llevar a las personas hacia la luz a objeto de
que ellas mismas puedan ver las alternativas que tienen a su disposición.
Uno de los grandes objetivos del coach o entrenador es hacer del entrenado alguien mejor, pero no
por producto de una terapia clínica sino mediante la motivación.
Del mismo modo, el coach
o entrenador fomenta el aprendizaje continuo en las personas haciéndoles
comprender que nunca se deja de aprender.
El coach o
entrenador ayuda a los entrenados a descubrir sus habilidades, las que ya posee
y las que pueden llegar a conseguir mediante entrenamiento.
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